domingo, 19 de enero de 2014

La indignación en GAMONAL

Barrio del Gamonal, BURGOS

Creo que todos en nuestro país hemos tenido noticias de la oposición pacífica -que al margen de algunos incontrolados que les gusta romper y dañar gratuitamente la propiedad ajena de cuyos actos algunos malintencionados utilizaron como excusa para tildar de lo mismo al resto de vecindarios-, de un gran número de habitantes del barrio del Gamonal, en Burgos, antiguo municipio que fue anexionado a la capital desde los años 70 del siglo pasado por las necesidades de ampliación -muchos dicen que especulativas- existentes para crear un mayor número de viviendas que, sin importar demasiado la calidad de estas ni los servicios, infraestructuras y zonas verdes propias de cualquier desarrollo urbanístico que se precie, albergaran el aumento incipiente de una población que en algún lugar había que acomodar.

Estos vecinos, manifestados en la calle desde el día 10 de enero en contra de una obra pública adjudicada sin consenso de los afectados y unilateralmente por el consistorio de Burgos, para la creación de un bulevar en una de las arterias principales del barrio que nada tenía que aportar al vecindario salvo más gastos en las arcas públicas, en un momento en el que sobre todo allí lo que abundan son parados y gente harta de una situación, la de la crisis, que ellos no han creado, pero que curiosamente de la que buena parte de la culpa la tiene ese desarrollo urbanístico y especulativo aderezado con la salsa de la patronal bancaria, terminaron por "explotar" ante tanta falta de respeto y omisión por parte de sus gobernantes.

Máxime, si como cuentan los implicados, ese montón de dinero -nada menos que quince millones de euros- que realmente se necesitaba para obras sociales, entre otras la apertura de un      iba a parar a la remodelación de esa calle Vitoria, quitándoles sus escasos aparcamientos y removiendo los cimientos inexistentes de los edificios anexos, para ofrecerles, más allá, un aparcamiento de pago.

Para cualquier persona con un mínimo de lógica las cuentas no salen: como ellos dicen, "te quieren engañar vendiéndote la necesidad de una obra que nadie quiere, salvo los especuladores, para que después la tengas que pagar a través de tus impuestos, incluida la tomadura de pelo de un aparcamiento que también hemos de pagar". De verdad, no sé de que mundo son algunos de estos políticos que nos gobiernan, que además de aportar muy poco para salir de esta crisis, parece que la aprovechan para seguir machacando a la gente con tantos temas, normas y leyes absurdas.

En este país cada vez se hace un mayor uso de la fuerza, de la porra y del arresto, en lugar del acuerdo y del diálogo. Nuestros gobernantes confunden la tranquilidad y el aguante de esta martirizada población española con los pobres sumisos y asustados pasivos de épocas pasadas, sin darse cuenta de que lo que ocurre hoy en día, con tantos millones de parados sin poder hacer nada, sin poder mantener a sus familias, y con mucho tiempo para poder pensar, no tiene nada que ver con la dominación brutal en el pasado, y sin acordarse de la corrupción que les rodea, que les emponzoña el supuesto buen ejemplo que debieran de dar. Todo lo que está pasando, con tantas miles de manifestaciones a lo largo de estos cuatro últimos años, parece que es el comienzo de una mecha encendida que se va acercando a un polvorín cuya explosión nadie sabe que nos va a deparar a todos, pues somos todos sin excepción los que la vamos a sufrir. Si no que miren hacia lo que ha estado ocurriendo a lo largo de esta semana en otras poblaciones españolas, que están tomando a Gamonal como ejemplo a seguir pues ya están hartos de aceptar tantos desmanes. Como no se ponga razón a tanto sinsentido, nuestros políticos, que los pagamos todos, que están al servicio de la población para resolverles sus problemas -no los de ellos- y parece ser que no piensan y no recapacitan sobre tantos conflictivos acontecimientos, se encontrarán con una situación complicada en las próximas elecciones, donde la ingobernabilidad del país, salvo que se corrijan estas políticas nefastas de pequeño y de gran calado, está al día de hoy garantizada. Esto no es una cuestión ya de ideologías, sino de sentido común.

Y ahora, ¿quien arregla las calzadas levantadas y el destrozo ocasionado?.







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